fragmento I
Y aunque nos encuentre la lluvia caminando,
escapandole a la locura de ser invisibles,
yo te deseo la suerte
de conocer el desvelo,
los caminos de tierra,
las arrugas de ancestros que nunca vimos
y el olor dulce del pan
que comparten solo aquellos
sabios de la miseria.
La dicha ,y el cobarde deseo
de un renacer cotidiano
nos sofoca y entonces
el sol nos señala que relumbra
solo aquello que un poderoso
marca, como la daga asesina del tiempo